La Escuela de Atenas

La Escuela de Atenas
En el centro podemos apreciar a Platón, sosteniendo el Timeo y apuntando hacia arriba, al mundo de las ideas, y a Aristoteles, con la ética en brazos y apuntando hacia abajo, a la realidad objetiva y lógica, a los alrededores están Pitágoras, Heráclito, Euclides, Ptolomeo, Epicuro y Zenón entre otros.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Somos vacío, somos conciencia

Hace ya bastante tiempo que me encuentro con la gran variedad de teorías científicas, filosóficas y sociales acerca del origen de la vida, sin embargo, nunca había estado tan segura acerca de lo que pienso como en estos momentos. El ser humano, desde que tiene conciencia, se ha visto atormentado por la necesidad de saber de dónde viene, para qué existe y más profundamente aún... ¿Quién o qué es? Millones de filosofías, paradigmas y perspectivas han surgido como respuesta a las preguntas anteriores, no obstante, ninguna ha llegado a explicar total y absolutamente la existencia de la vida en el planeta. La religión ofrece conclusiones, pero en forma de dogmas y exige la fe para su comprensión, la ciencia habla de cuerpo, materia, células y órganos, pero no explica la vida en sí, sólo explica la existencia, y la filosofía nos da argumentos racionales para entender el espíritu, la mente y el pensamiento... Pero resultan incompletos ya que es imposible sentir estos argumentos como parte de nosotros. Finalmente el arte nos muestra la sensibilidad de la vida y la belleza que esta posee, pero no soluciona absolutamente nada, se siente pero no se piensa, no se sabe, no se explica, no resuelve. Entonces...  No podía dejar de preguntarme... ¿Existe algún tipo de pensamiento que pueda unificar todas las sensaciones y necesidades dentro de una única respuesta? Y esta pregunta me acompañó gran parte de mi vida, hasta que descubrí lo que buscaba... siempre ha existido esta respuesta, pero sólo hoy ha podido estar a mi alcance.

La Metafísica y la Religión

Desde muy pequeña fui inculcada en el pensamiento religioso. En muchas ocasiones escuchaba las obligaciones espirituales del hombre y sentía la necesidad de ser fiel a ellas. Me sentía responsable por la muerte de Cristo y la desviación religiosa del planeta, no podía evitar sentir culpa por los problemas del mundo y encontraba su solución en una fuerte devoción a Dios. Más aún, creía en él como causa y finalidad de todas las cosas... Sin embargo, no podía evitar sentirme vacía con esta explicación... A medida que los años transcurrían, la idea de un Dios omnipresente creador de todo y observador supremo del universo, juez de nuestro comportamiento y nuestro merecido, se iba desvaneciendo. El pensamiento lógico inteligente se oponía radicalmente a mi fe católica, ortodoxa, musulmana o cualquiera que practicara, la santa iglesia pretendía dar solución a mis problemas con oraciones y esperanzas, no con acciones o formas reales. Al paso de los años perdí esa fe ciega en Dios. Con el tiempo desarrollé inteligencia y comencé a cuestionar los dogmas estipulados, empecé a sentir ese vacío intelectual que la religión como forma absoluta del mundo suele dejar en las personas, esa sensación abismal de no estar conforme con las explicaciones obtenidas, esa sed de conocimiento, de lógica, de comprensión, esa hambre de ciencia. No importa en que religión o pensamiento metafísico creas, es normal que sientas el vacío intelectual que te deja el dogmatismo dentro de la cabeza. Un vacío que se exige ciencia, pero que no se llena sólo con ella, cosa que entendí tiempo después. No obstante, la humanidad quería ciencia y ciencia obtuvo. Aquí nació la especulación de lo que existe y de la forma en que existe, aquí nació la filosofía.

La especulación del pensamiento


Si bien, ya había tenido experiencia de esta índole, nunca pude entenderla en su totalidad.. De hecho, antes de la religión conocí la especulación. Sin embargo, no comprendí su importancia hasta que haber madurado lo suficiente. La Lógica tomó un papel crucial en mi, ya no me era satisfactorio responder a mis dudas con dogmas, mis respuestas tenían que llevar cierto paralelismo con lo que es posible. Reflexionaba sobre la naturaleza de la vida, su propósito y su origen, sin embargo, millones de respuestas lógicas llegaban a mi mente, y ninguna parecía ser la idónea, además, no podía identificarme con mi mente, parecía que mi conciencia estaba sola, mis pensamientos e ideas eran pura especulación, pero no estaban vivos, no se podían sentir. Recuerdo a Platón y al mundo de las ideas, a la lógica de Aristóteles y sus pensamientos estructurados, a Descartes y el cogito y más profundamente a Sartre y el existencialismo... Sin embargo, nada era suficiente. No obstante, la lógica y la filosofía me abrió las puertas a muchas cosas, me permitió pensar sobre aquello que antes sólo creía, me permitió conocer a fondo muchas cuestiones, sin embargo, la vida no era una de ellas.

Darwin y el origen de las especies


Poco tiempo después de el cisma religioso y existencial que tuvo lugar en mi espíritu escuché la ley de la evolución de las especies. Sabía que eramos producto de un fenómeno llamado "evolución" y que gracias a este dejamos de ser animales y nos convertimos en seres humanos, sin embargo, hasta aquel momento ignoraba los detalles de aquella cuestión. Darme cuenta de que mi existencia era el resultado de un largo proceso de adaptación natural al ambiente representó una de las más grandes revelaciones de mi vida. Ya no cabía duda, sabía de dónde venían los organismos. Sabía por qué se formaban y para qué. Esta satisfacción se hizo aún mayor cuando los avances en la biología me permitieron saber cómo se componían los organismos y la forma en la que funcionaban, más aún, supe cómo se crearon las primeras células. Pero aún no era suficiente... No había respondido mi pregunta, aquel dilema que me martiriza desde que tengo memoria. ¿Qué es la vida? Si bien, Darwin y la biología me describían perfectamente la forma en que trabaja mi cuerpo... No podían definirme exactamente qué es la vida y qué es lo que hace a un organismo estar vivo o no. Los seres vivos provenimos de las proteínas... Pero una proteína no está viva... ¿En qué momento lo inerte se vuelve alma, espíritu y conciencia? No podía entenderlo... La ciencia no tiene la respuesta que busco. Aunque gran parte de mi se contento con esto, otra muy grande seguía divagando entre los 3 aspectos que habían intentado contentarme... La fe, la razón y la verdad.

La física moderna

Si bien, desde muy temprana edad me di cuenta de que existía una armonía en el mundo, también noté que esta armonía era calculable, predecible y posible de comprender. La física es como llamé al estudio de esta armonía, gracias a ella podía comprender por qué las cosas suceden y predecir cómo sucederán... Newton fue uno de mis más grandes maestros, no obstante, tiempo después llegaron unos tales Maxwell y Einsten a mi vida... Me dijeron cosas reveladoras acerca de electricidad, luz, magnetismo y partículas... Sabía que estábamos formados por células y luego por átomos... Pero nunca pensé que estos átomos tuvieran partículas, y más lejos aún, nunca pensé que estas fueran iguales... Mucho menos que fueran energía. A pesar de que esto representó una gran noticia en mi vida, fue más impactante el hecho de saber que estamos formados casi en nuestra totalidad por vacío... La física me mostró una perspectiva del mundo que jamás se me hubiera ocurrido. Pero que aún no respondía mi pregunta... Sin embargo, una vieja amiga logró traer la iluminación a mi alma. La filosofía.

Materia, Energía, Potencialidad y Conciencia 

El hecho de saber que nosotros, materia sólida y densa, estamos formados casi en nuestra totalidad por vacío causó un impacto impresionante en mi. Al principio no podía creerlo, pero luego me percaté de las dimensiones infinitamente pequeñas de las partículas que conforman un átomo... Si una naranja fuera del tamaño de la tierra, veríamos cada átomo como una cereza... No obstante, la mayor revelación viene en el momento que agrandamos ese átomo... Si ese átomo fuera del tamaño de la cúpula de la basílica de San Pedro, veríamos su núcleo como un grano de sal... (El Tao de la física, 1975). Es decir, estamos formados por átomos que son casi en su totalidad vacío... Una nube electrónica que se mueve a velocidades increíblemente altas... Una bola de partículas que, al moverse tan rápido, dilatan el espacio tiempo y llegan a estar y no estar a la vez, es decir, a estar potencialmente en todas partes. Y es gracias a este fenómeno que adquirimos nuestra naturaleza sólida. Somos potencialidad... Pero lo más increíble de llegar a estas deducciones fue darme cuenta de que las partículas actúan en función de la energía del universo, es decir, no podemos considerarnos entes aislados porque una parte de nosotros está en todo lo que nos rodea. Somos todos parte de una gran proporción de energía que es y no es potencialmente. Algo que me resultaba muy familiar...

No hace mucho que la antigua filosofía oriental mencionaba al ser como parte del universo, y el universo como parte de nosotros. Recibía muchos nombres, pero los hinduistas, taositas y budistas tenían razón al concebirnos como una componente del universo. Y justamente como la física cuántica relativista es casi imposible de explicar con palabras, los antiguos orientales afirmaban que para comprender al universo se necesitaba vivir una experiencia espiritual. Afirmaban que este conocimiento no podía ser transmitido con palabras, sin embargo, podía ser enseñado a partir de prácticas mentales y espirituales... El antiguo Oriente encontró sabía desde hace siglos lo que el occidente acaba de descubrir, sin embargo, la respuesta no está totalmente en la cuestión física... Ha de haber una mezcla filosófica en ella para poder sentir la vida y decir que la comprendes. Para llegar a este estado, tuve que darme cuenta de que efectivamente somos energía, que todos somos lo mismo y que somos potencialidad, pero más aún, que somos conciencia, somos parte de una gran conciencia colectiva que es la que permite a la energía volverse materia y agruparse en átomos, formar moléculas, proteínas, células, organismos y ciudades. Hay algo que va más allá de la energía y la materia, algo que indaga dentro de nosotros y nos permite ser, algo que nos hace estar alerta de que existimos y pensamos, que nos permite reflexionar, sentir y comunicarnos. Esa es la fuerza de la conciencia, la fuerza de aquello que mueve al universo, la energía es la manifestación física de lo que la conciencia está consciente...

Pase por muchas etapas, di muchos saltos y tropiezos, muchas vueltas y muchas caídas. Pero al final comprendí que la respuesta siempre estuvo en lo que ya sabía, en lo que creía, en lo que reflexionaba, lo que veía y lo que sentía. La respuesta estaba a mi alrededor, después de muchos años una parte de mi la ha encontrado, y otra parte aún la busca.

Atte. La humanidad. 

3 comentarios:

  1. Wow Samed, muy buen trip, me parece muy interesante la forma tan metafísica con la que tomas las ciencias naturales, le das un sentido poético hasta a una proteína jajaja me ha hecho reflexionar sobre ciertas cosas. ¡Sigue así!

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  2. Gracias Vic. Lo que no se puede hacer con un poco de chaya, haahaha.

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